Recuerdo a Bruno Revesz presente desde niña, así que no recuerdo haberlo "conocido" porque siempre estuvo. Era el amigo de mi mamá que hablaba raro. 

Cuando ella fue a Piura, por varios años al CIPCA, Bruno estuvo más presente. Desde recogerme del aeropuerto varias veces, llevarme al club, o ir a comer en los nuevos restaurantes piuranos. Siempre creyó que entendía tan bien como mi madre lo que decía, así que no me quedó de otra que adaptarme y entender.

Fue siempre tierno, con mirada traviesa. Mi recuerdo principal no es el del intelectual (que fue y que ahora ando releyendo) sino del amigo cercano, una especie de tío divertido. El último viaje que hicimos, a Ayacucho a despedir a Carlos Iván Degregori, se quedará siempre en mi memoria. Su terquedad en ir pese a la altura y a su salud (llevamos un balón de oxígeno con el que paseamos cuando hizo falta) y sus palabras para ayudarnos a todos en esa despedida. Bruno estará siempre.

No pude estar el domingo en la misa que se celebró en memoria de Bruno. Pero un amigo me mandó la homilía que le dedicó Paco Muguiro. Para quienes como yo no lograron ir, pero estuvieron pensando en él y recordando, acá va el texto.

PALABRAS PARA BRUNO REVESZ

Conocí a Bruno el año que llegó cuando, en Enero, yo pasaba por Lima para ir a Huancayo unos días de vacaciones. Bruno venía destinado a profesor de Teología junto con Jaime Joseph. Venía de EEUU. Después de unos días en la Comunidad de Jarpa, le invité a que conociera el Cipca y se vino conmigo a Piura. Desde entonces hasta ahora, más de 40 años de trabajo, momentos malos y buenos y mucha amistad, como decía San Ignacio, compañeros en el Señor y en las luchas y alegrías del Señor con el pueblo de Piura. 

Bruno perteneció a la generación del 68. No sé si levantó barricadas en París, pero su generación de jesuitas decidió no ordenarse de sacerdotes cuando terminaran los estudios, como si fuera una etapa que había que cumplir con las Órdenes, sino ordenarse cuando el Espíritu Santo les fuera animando. Por eso Bruno se ordenó el 82, seis años después de su llegada, cuando el Espíritu Santo, a través de la religiosidad popular de los Catacaos y en general de Latinoamérica, le animó a dar ese paso, pero Bruno ya estaba marcado por la cultura popular y la coyuntura política que vivíamos. Lo ordenó Monseñor Oscar Cantuarias y tuvo como madrina a la Sra. Josefa Mena Villegas, cocinera del CIPCA y a Don Marcial Quintana Litano, que por entonces era dirigente de la Comunidad de Catacaos y Secretario general de la Confederación Campesina del Perú. 

Decía Bruno que esa etapa de San Miguel, viviendo los primeros años de la Reforma Agraria con los campesinos de las Cooperativas Agrarias de Producción y con los que habían quedado fuera, como los eventuales, con sus organizaciones gremiales, políticas y productivas pensando el Cipca y cómo desarrollar mejor las capacidades del campesinado, fue la etapa más feliz de su vida, y la que encauzó su capacidad intelectual y de investigador hacía los problemas del campo. En esos años es que, trabajando con los comuneros de Catacaos y viviendo en sus territorios, se le ocurrió hacer el censo de toda la comunidad. Tarea nada fácil porque la Comunidad de Catacaos tiene cuatro distritos y medio y más de 100.000 comuneros. 

A Bruno la Comunidad le asignó un equipo de comuneros que serían los encargados de rellenar las encuestas, monitoreados por un dirigente que llegó a tener una gran fama, se llamaba Anselmo Vílchez, la fama le venía porque era el que coordinaba con Bruno y llegó a entenderlo bastante bien, y los comuneros decían asombrados: “Anselmo Vílchez entiende a Don Bruno” como diciendo entiende chino. Bruno dominaba el idioma, lo malo era para hablarlo, porque escribirlo lo hacía perfectamente. 

Otra de las anécdotas ocurrió cuando hicieron una salida para determinar dónde estaba La Para, lugar de confluencia, en mitad del despoblado de las tres comunidades San Martín de Sechura, San Juan de Catacaos y Santo Domingo de Olmos. A pesar de ir con guías de la zona y chiveros, en la noche se perdieron entre las dunas. Indicaban una dirección y al ratito aparecían en las mismas huellas del carro que habían dejado. Hasta que Bruno acostumbrado a mirar a la Cruz del Sur cuando era navegante y orientarse, se subió al capó del Land Rover, miró al cielo, ubicó la Cruz del Sur y dijo: “la pista esta allá” y acertó. Tras la admiración de todos los comuneros dijo uno: “Ahora sí me convenzo que Don Bruno es padrecito, con solo mirar al cielo descubrió el camino”.

Y es verdad. Dominaba bien el idioma escrito, y prueba de ello son las investigaciones que ha llegado a publicar, todas ellas pegadas a la realidad de Piura, algunas del Perú y cercanas a la coyuntura, por las cuales pasaba el campesinado. Empezó con el Censo de la Comunidad de Catacaos, como quien va entrando en la realidad, siguió por la investigación de “Estado, algodón y productores” cuando la comunidad y la Fradept empezaron a comercializar el algodón, después el Atlas de Piura a medias con Nicole Bernex, hasta los últimas colaboraciones como son Minería y Conflicto social, y apenas el año pasado apurado por la enfermedad que publicó “Miradas Cruzadas, políticas públicas y desarrollo regional en el Perú”, recopilando lo que se dijo al celebrar el CIPCA los 40 años. Si el Papa Francisco ha dicho que los pastores tenemos que oler a oveja, Bruno siendo intelectual e investigador, ha olido a chicha de Catacaos, fermentada en las luchas, alegrías y esperanzas de sus campesinos y de la región Grau.

Hace poco Bruno, despidiendo a su amigo y a nuestro amigo Carlos Iván Degregori, le dedicó estas líneas de Joseph Moingt SJ, 2010:

“Resucitar con el universo será recuperar todo aquello que ha sido hecho en él por el trabajo de la humanidad. Lo que merece resucitar es aquello que lleva la marca del espíritu y de la libertad. Nuestro cuerpo resucitará en todo aquello que producimos de libertad de espíritu, con todo lo que nosotros “traemos al mundo”. Todo ello vivirá en Dios, y en Cristo, ya que nosotros resucitamos en él. El cuerpo de Cristo que nosotros formamos por la fe, y donde se establecen todas nuestras relaciones con los otros y con las cosas, es la matriz del universo nuevo”.

Bruno nos ha aportado mucho como intelectual y como investigador, como amigo y como compañero jesuita. Ahora, junto con Carlos Schmidt, Vicente Santuc y el Colorao José Antonio Aguirre sabrán orientarnos desde arriba de por dónde puede ir la lucha por la justicia y la equidad en nuestro país para llegar más rápido al universo nuevo.

Paco Muguiro Ibarra S.J.


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