Llegué a la avenida Abancay a sumarme, a apoyar a los jóvenes que vienen luchando por sus derechos, por su dignidad. Un periodista de un programa de televisión se me acercó a preguntarme sobre los posibles brotes de violencia en la manifestación por acciones de los jóvenes. Pensé inmediatamente en la manera violenta en que la policía ha reprimido las manifestaciones, la obscena estrategia de Urresti de infiltrar agentes "terna" y de seguir a dirigentes de las organizaciones juveniles, políticas y barriales. Pero la pregunta de fondo es ¿quién ejerce la violencia en el país? ¿Quiénes han violentado a la ciudadanía y a la juventud?

Mi respuesta fue entonces "quienes han agredido a la juventud, pretendiendo negarles el futuro, han sido Humala, los congresistas que ahora se hacen los locos pero que aprobaron esa ley y los que se creen dueños del país que piensan que acá hay ciudadanos de segunda y tercera categoría. Son ellos quienes tienen que dejar de ejerce violencia".

Qué le ofrece este país a los jóvenes? La ausencia de democracia real en el Perú empieza en el colegio. Cuando cientos de miles de niños y niñas no reciben una educación pública de calidad. Cuando vivimos en una sociedad que de manera tácita nos lleva desesperadamente a buscar una educación privada, a pagar por una mercancía que un sector privilegiado puede tener y otro no. Las divisiones sociales, las desigualdades, se viven desde que que empezamos a socializarnos. La sociedad peruana es una sociedad fragmentada, crecemos en ghettos, no estudiamos juntos, no compartimos las mismas experiencias. No tenemos los mismos derechos.

Hoy los jóvenes han dicho basta. Han logrado doblarle la mano a Humala, a los fujimoristas que votaron por la ley, a los apristas que votaron por la ley, a todas las fuerzas políticas que votaron por la ley. Pero aún más importante que eso le han dicho al sistema político nacional que no permitirán que este mecanismo de lobby de la CONFIEP, SNI, ADEX y CIA nos gobierne de manera impune y sin ser elegidos, al menos no sin resistencia y lucha en las calles.

Hoy los jóvenes saben que tienen poder, que con organización y con razón, es posible ganar batallas. Porque esta lucha no sólo ha sabido presionar a los gobernantes sino que ha podido demostrar la hipocresía y falsedad de los argumentos de los que quisieron imponer la ley.

Hoy los jóvenes abren un debate que la sociedad debe profundizar. La derogatoria de esta ley es sólo el inicio. La lucha es por el trabajo digno para todos y todas, porque es un derecho universal. La lucha es porque el desarrollo sea pensando en los seres humanos y no en el crecimiento por el crecimiento. La lucha es por justicia social. La lucha es por la democracia real.

Hoy empieza el mañana.