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Fiesta de disfraces

(Artículo publicado en el diario "La Repúplica", 17 febrero 2016)

Marisa Glave (*)

Publicado: 2016-02-17


Es muy frecuente la mentira en la política, más en campañas electorales. Los políticos se disfrazan para ocultar lo que realmente son. La señora Fujimori se quiere disfrazar de antifujimorista y vender desde Harvard un nuevo empaque para el fujimorismo, pero la realidad la traiciona.

Mientras escribo esta columna queda claro que la señora Chacón, congresista y candidata del fujimorismo, haciendo honor a la tradición de su partido, buscó librarse de la justicia usando argumentos formales, pero al parecer no lo conseguirá y tendrá que enfrentar la acusación por enriquecimiento ilícito. Hace pocos días salieron a la luz desde Arequipa las similitudes del nuevo rostro del fujimorismo con el histórico montesinista que quieren negar, mostrando cual matón del grupo Colina al secretario general Joaquín Ramírez (además investigado por lavado de activos), a Pierre Figari, personero legal y jefe de campaña de la señora Fujimori, y a Ana Hertz, secretaria de organización (acusada de malversación de fondos). ¿Se imaginan a estas personas ejerciendo poder?

Pero el fujimorismo no es solo la señora Fujimori y sus nuevos matones con sus nuevos trajes blancos. El fujimorismo es también un modelo aún vigente en el Perú y defendido por la mayoría de candidatos. Un modelo que ha convertido la educación en una mercancía con la que se puede lucrar y no un derecho, que ha convertido la soberanía nacional en letra muerta, que ha cortado brazos y piernas al Estado y que ha destruido la noción de lo público. Una legislación que permite la contaminación y criminaliza (cuando no mata) a quienes se oponen. Un modelo que ha minimizado nuestros derechos. El fujimorismo apela a las salidas individuales antes que a la solidaridad, que es la base de la convivencia.

Sin disfraces les digo que para mí la contaminación y la destrucción del medio ambiente no pueden ser el precio del desarrollo, que necesitamos garantizar el futuro de las próximas generaciones, garantizar el acceso al agua y a una alimentación sana y suficiente, que el uso de nuestros recursos debe ser planificado y sostenible. Sin disfraces les digo que la educación debe ser de calidad, universal y gratuita, si no no podremos hablar de democracia, igual que la salud, no puede ser un privilegio. Tenemos que promover el derecho a la vivienda digna y no la promoción de fondos públicos que solo benefician a inmobiliarias; el uso de los espacios públicos no privatizados, como nuestras playas hoy secuestradas, debe ser garantizado para promover ciudades democráticas, no segmentadas.

Creo que los ciudadanos somos el motor de la sociedad y tenemos derecho a ser informados y a decidir sobre qué se hace con nuestros recursos, que son públicos. Los gobernantes deben estar a nuestro servicio y rendir cuentas de lo que hacen. No podemos seguir teniendo un sistema político que garantiza la corrupción y el lobby sin restricciones como práctica normalizada. La corrupción es un cáncer que corroe todas nuestras instituciones y requiere leyes para combatirla. Necesitamos en el Congreso gente que esté dispuesta a denunciar cuando haga falta. Está pendiente la votación en el Congreso para la aprobación de la muerte civil de funcionarios corruptos. ¿Por qué? No se avanza en el debate sobre la responsabilidad de las personas jurídicas en casos de corrupción, se paralizó por la presión de los gremios empresariales. El Congreso debiera tener representantes dispuestos a derogar normas que impiden, por ejemplo, la persecución de la elusión tributaria. La corrupción no es solo un problema de gestión pública, cada caso de mal uso de recursos públicos supone menos presupuesto para hospitales, colegios, vivienda social.

Soy parte de una generación que despertó a la vida política intentando recuperar la democracia en el país. Creo en una sociedad donde podamos ser plenamente libres, donde las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos y no estar sometidas a ningún tipo de violencia, donde las personas puedan amar libremente y compartir su vida con quien quieran sin que el Estado o la Iglesia se los impida por su orientación sexual, donde los pueblos indígenas tengan derecho al territorio y a la consulta, donde nuestras lenguas sean promovidas y respetadas.

En medio de esta fiesta de disfraces, Verónika Mendoza no lleva máscara, dice la verdad, llama corruptos a los corruptos y quiere construir un nuevo Perú. Voy con ella en la lista al Congreso por Lima. Si me dan su confianza prometo alzar la voz, defender nuestros derechos, los de todos y todas las peruanas.

(*) Vocera del Frente Amplio y candidata al Congreso con el N 1


Escrito por

marisaglave

Socióloga, Activista por el Nuevo Perú, Congresista de la República


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Marisa Glave

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